Cuando salgo al campo con mi equipo de macrofotografía, todo lo que entra en la mochila tiene que justificar su espacio. No hay sitio para lo prescindible. Cada elemento cumple una función crítica en la búsqueda de esa imagen que te deja sin aliento. Por eso, cuando un accesorio se gana un hueco permanente entre mis imprescindibles, es porque ha demostrado su valía una y otra vez. Ese es el caso del sistema de iluminación ADAPTALUX.

El momento perfecto: luces suaves y sujetos inmóviles

Los mejores momentos para practicar macrofotografía —al menos en mi experiencia— se dan durante el amanecer o el atardecer. Esos instantes en los que la temperatura desciende y los insectos se encuentran casi inmóviles, ralentizados por el frío. Es entonces cuando puedo montar mi pequeño estudio de campaña en cuestión de minutos: cámara en trípode, flash, difusor, fondos y, por supuesto, iluminación de apoyo con precisión quirúrgica.

Estudio portátil: precisión sobre el terreno

Normalmente, coloco al insecto justo donde lo encuentro, sobre una ramita o una hoja, y uso unos brazos articulados con pinzas para inmovilizar la escena. Esto cumple una doble función: posicionar al sujeto con precisión y evitar el movimiento por el viento, que podría arruinar completamente una pila de más de 100 fotos.

En esta fase, cada milímetro cuenta, tanto en el enfoque como en la iluminación. Por eso, contar con un sistema de luces que pueda modular y dirigir con libertad es esencial para mí.

Mi fuente de iluminación principal suele ser el flash Godox V100, junto con el AK Diffuser. Esta combinación proporciona una luz suave y uniforme, muy eficaz para iluminar toda la escena sin crear sombras duras. Pero, como sucede a menudo, hay zonas a las que esa luz no llega del todo bien: la parte inferior del abdomen, las mandíbulas, las patas traseras… esos pequeños rincones que a veces quedan subexpuestos o pierden textura.

Es en ese momento cuando entra en juego el sistema ADAPTALUX.

ADAPTALUX: luz dirigida, control absoluto

El sistema ADAPTALUX es básicamente un estudio de iluminación en miniatura. Su componente principal es el “Control Pod”, una unidad compacta con hasta cinco puertos donde puedes conectar los brazos LED flexibles. Cada brazo puede ajustarse individualmente en posición e intensidad, ya sea manualmente o desde una aplicación móvil. El control es total.

En mi flujo de trabajo utilizo normalmente un único brazo como luz de relleno. Lo coloco ligeramente por debajo del sujeto para iluminar esas zonas en sombra que el flash principal no alcanza. El cambio es inmediato: aparece textura, el detalle resalta, y la imagen cobra una dimensión completamente nueva. Uno de los detalles más ingeniosos del sistema es su pequeño difusor imantado. Se coloca sobre el cabezal LED en cuestión de segundos y suaviza aún más la luz. En escenas con sujetos especialmente reflectantes o con cutículas brillantes (como ciertos coleópteros o dípteros), este accesorio marca una gran diferencia.

El resultado: una iluminación envolvente, controlada, sin quemar detalles ni perder volumen.

Caso práctico: una Robberfly al amanecer

La imagen que acompaña este artículo muestra a una Robberfly inmóvil sobre una ramita al amanecer. La escena fue construida con un fondo de colores cálidos (una cartulina degradada colocada tras la escena), el flash principal con difusor AK desde arriba, y un brazo de ADAPTALUX iluminando desde el inferior. La diferencia la marcan esos reflejos sutiles en el tórax y la definición de las patas traseras, zonas que habrían quedado oscuras sin ese toque extra de luz dirigida.

Para quienes buscan elevar su nivel en macrofotografía, controlar hasta el último destello de luz es tan importante como el enfoque o la composición. Aquí os dejo un enlace a su web, donde por cierto también podréis encontrar la base con los brazos articulados, otro indispensable dentro del equipo.

 

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